Por: Julieta Cohen
Directora de ¡Supérate! JUPÁ
Uno de los principales objetivos de las instituciones educativas es el poder generar individuos y/o profesionales autónomos que puedan desenvolverse en la complejidad del mundo actual.
Es sabido y conocido por todos que, frente a los avances tecnológicos, las crisis económicas y políticas, la pandemia, entre otras situaciones, vivimos en un mundo lleno de incertidumbres y cambios permanentes.
Las escuelas son pequeños mundos en donde podemos desarrollar y poner en práctica las habilidades necesarias para hacer frente a las exigencias que nos propone el futuro; y los docentes jugamos un rol fundamental en la construcción de estos aprendizajes.
En este artículo les propongo reflexionar sobre algunas habilidades que considero fundamental en la práctica docente y nos invito a evaluar la necesidad de reformular los programas de formación docente para hacer nuestra tarea ejemplar.
Los educadores a lo largo de la historia hemos tenido diferentes funciones. Aprender a trabajar en la incertidumbre y educar mientras construimos el cambio no es tarea fácil. Los docentes debemos ser flexibles, estar abiertos a cambiar de opinión, a encontrar nuevas alternativas, y a entender nuestro rol con una mirada multifacética.
El educador es socio en la tarea de educar. La construcción del aprendizaje se enriquece cuando guiamos y acompañamos a nuestros alumnos en el autoaprendizaje. Individualizar el aprendizaje entendiendo que cada educando tiene sus propias necesidades y al igual que la sociedad, nuestras aulas son heterogéneas, nos permite enriquecernos con lo diverso y generar espacios de trabajo en equipo y colaboración.
Aprender a pensar, desafiar a los estudiantes y despertar curiosidad e interés por conocer el mundo es complejo y requiere de empatía y conexión. Es fundamental aprender a generar y sostener vínculos entre docente y estudiante garantizando un ambiente sano de aprendizaje. Las emociones, sentimientos y trayectorias personales influyen en nuestra forma de pensar y actuar.
Las habilidades metacognitivas nos permiten aprender a aprender y entender que los problemas y decisiones no tienen una única respuesta. La metacognición es esa capacidad que tenemos de saber lo que sabemos y lo que no sabemos, de planificar una estrategia para producir información, para ser conscientes de nuestros propios pasos y estrategias durante la resolución de problemas, y para reflexionar, preguntarnos, cuestionarnos, y evaluar la productividad de nuestro propio pensamiento, aprender a aprender de manera autónoma. Si como docentes logramos desarrollar estas habilidades, podremos como dice Rebeca Anijovich “desafiar a los estudiantes para que puedan experimentar, que se apropien del proceso de aprendizaje, que colaboren en sugerir ideas, preguntas que le resulten interesantes, que puedan anticipar sus necesidades y obstáculos, que puedan identificar sus puntos fuertes y débiles como estudiantes.”